Una nueva investigación revela deforestación, incendios y problemas de salud pública promovidos por la industria europea de la carne

Sydney Jones

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Una Nueva Investigación Revela Deforestación, Incendios y Problemas de Salud Pública Promovidos Por la Industria Europea de la Carne Lee el informe  Una nueva investigación realizada por Mighty Earth, Rainforest Foundation Norway y Fern revela deforestación a gran escala, incendios y violaciones de los derechos humanos en el Gran Chaco de Argentina y Paraguay vinculados con la industrial mundial de la carne. Las conclusiones se ven documentadas en el informe titulado “La crisis evitable” que se publica hoy. En dicho informe se muestra cómo las grandes empresas de soja y carne están promoviendo de forma innecesaria una deforestación a gran escala para el cultivo de soja, que se transporta luego por todo el mundo para alimentar al ganado.

Europa importa la mayoría de su soja de América Latina; alrededor de 27,9 millones de toneladas de soja y productos de soja en 2016. La soja se envía a procesadores de pienso y carne y se emplea para criar al ganado, por lo tanto para la carne de pollo, cerdo, vacuno, huevos y productos lácteos que se venden en muchos supermercados y restaurantes europeos. Empresas como Carrefour, Lidl, Marks & Spencer y Aldi tienen la responsabilidad de garantizar a los consumidores que no están vendiendo carne ni productos lácteos de animales criados con esta soja.

En nuestra investigación, encontramos vínculos con las empresas estadounidenses de la industria agroalimentaria Cargill y Bunge, dos de las principales que están promoviendo muchas de estas prácticas nocivas. Estas empresas importan grandes cantidades de soja a Europa. En una investigación anterior, documentamos que Cargill y Bunge promovían una deforestación a gran escala para el cultivo de soja en el Cerrado brasileño, así como en la cuenca amazónica boliviana. Estas empresas se han resistido a los intentos de ampliar una producción que no provoque deforestación.

Investigación

Para la investigación, el equipo empleó técnicas de cartografía vía satélite para identificar las áreas de deforestación rápida y continua. Encontraron que áreas extensas del bioma del Gran Chaco estaban siendo taladas y quemadas para la producción de soja. El Gran Chaco es un ecosistema de extraordinaria biodiversidad, donde viven especies autóctonas como el jaguar, el piche llorón o el oso hormiguero gigante, así como comunidades indígenas como los Ayoreo, Chamacoco, Enxet, Guarayo, entre muchos otros.

El equipo de investigación visitó veinte lugares en el Chaco sometidos a la deforestación para el cultivo de soja. Documentó la destrucción con drones, además de realizar entrevistas sobre el terreno a agricultores y a miembros de las comunidades locales. Los investigadores encontraron plantaciones de soja de gran extensión, incendios provocados para acabar con los bosques autóctonos y la vegetación, así como hábitats quemados y desforestados. Aquí se pueden encontrar imágenes y vídeos de la investigación (todas las imágenes están disponibles para descargar y emplear).

“El nivel de destrucción era impresionante. Documentamos excavadoras en acción despejando áreas extensas de bosque virgen y prados, así como enormes incendios que escupían nubes de humo”, comenta Anahita Yousefi, directora de políticas de Mighty Earth. “Aunque el Gran Chaco ha recibido tradicionalmente menos atención que otros biomas, como el Amazonas brasileño, se trata de un ecosistema de vital importancia y no hay ningún motivo para destruirlo”.

Intermediarios ocultos

En la investigación se averiguó que las agroempresas estadounidenses Cargill y Bunge –dos empresas que promueven la deforestación masiva para el cultivo de soja en el Cerrado brasileño y en la cuenca amazónica boliviana como documentamos en una investigación previa– también son importantes compradoras de esta soja. Tanto Cargill como Bunge cuentan con políticas públicas de sostenibilidad. Sin embargo, cuando entramos en contacto con ellas en relación a los resultados de nuestro informe, no fueron capaces de proporcionar nada de información sobre el grado de trazabilidad de su cadena de suministro. Si no cuentan con una trazabilidad suficiente, resulta imposible que estas empresas puedan conocer el origen real de la soja que adquieren. Cargill y Bunge no han introducido mecanismos fiables para garantizar que no están promoviendo estas prácticas nocivas.

“Mientras los comerciantes de soja no adopten medidas inmediatas para poner fin a la deforestación, se convierte en responsabilidad de las empresas del sector cárnico, de las distribución y de los inversores exigir que los comerciantes de soja garanticen una soja que no haya provocado deforestación. Los inversores, como el Norwegian Pension Fund Global (fondo soberano noruego) deben tomar medidas fuertes frente a Bunge, una empresa en su cartera, por su incapacidad reiterada de abordar el problema de la deforestación”, comenta Ida Breckan Claudi, asesora política de Rainforest Foundation Norway.

Impacto humano

Además de la destrucción medioambiental, el equipo encontró un impacto significativo para la salud pública, así como conflictos sociales provocados por esta producción industrial de soja. Muchas de las comunidades que viven cerca de estas plantaciones, incluyendo los pueblos indígenas que dependen totalmente del bosque, han visto cómo las nuevas plantaciones de soja invadían sus tierras y, en muchos casos, han sido expulsadas de la tierra que acogió a sus familias durante generaciones. Además, en estas comunidades se ha experimentado un importante aumento de problemas de salud, como cánceres, defectos congénitos, abortos y otras enfermedades relacionadas con pesticidas y herbicidas fuertes, como el glifosato, que se emplean para cultivar soja, a menudo fumigados por aviones.

“La UE es uno de los importadores principales de productos provenientes de tierras en las que se ha procedido a una deforestación ilegal. Son un desastre para los bosques, para las personas y para el cambio climático. El uso intensivo de pesticidas para esta producción agrícola también está dañando seriamente la salud de las personas. La UE ha regulado sus importaciones de madera y de pescado obtenido de forma ilegal. Ya va siendo hora de que haga lo mismo con los productos agrícolas”, comenta Nicole Polsterer, encargada de la campaña sobre el consumo de Fern.

Una alternativa comprobada

Por último, la destrucción que está teniendo lugar en el Gran Chaco de Argentina y Paraguay es completamente evitable. Hay más de 650 millones de hectáreas de terrenos previamente despejados en toda América Latina, en los que se podría cultivar sin amenazar a los ecosistemas autóctonos. En Brasil, la industria de la soja, incluyendo Cargill y Bunge, implementó la Moratoria de la Soja de Brasil hace más de una década. Con ese sistema, se traslada la nueva producción a terrenos despejados. Ha gozado de gran éxito y prácticamente se ha erradicado la deforestación para el cultivo de soja en el Amazonas brasileño. Desgraciadamente, esta iniciativa se ha visto limitada al Amazonas brasileño, permitiendo que continúe la deforestación a gran escala en Argentina, Paraguay y Bolivia, así como en el Cerrado brasileño.

Mighty Earth, RFN, Fern y una coalición de otras organizaciones instan a las empresas de soja a que extiendan esta iniciativa exitosa para la eliminación de la deforestación a otras regiones de América Latina en las que se cultiva soja, incluyendo el Gran Chaco, así como el Amazonas boliviano y el Cerrado brasileño.

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